Cabe recordar que la trifulca estalló debido a la difusión de un audio de WhatsApp que aseguraba que se contagiarían “todos de coronavirus” y que fue atribuido a un supuesto médico del Penal. Un grupo de presos redujo a los efectivos que los custodiaban y tomó los techos. Uno a uno, varios pabellones comenzaron a sumarse al disturbio y comenzó la respuesta de los guardias penitenciarios, que reprimieron con balas de goma. Federico Rey, un preso condenado por robo, terminó muerto sobre los techos del pabellón 6.

El caso se investigó desde el comienzo como un homicidio y el expediente quedó a cargo de la UFI N°9 de Florencio Varela. Los penitenciarios habían declarado a sus superiores que Rey había muerto a puñaladas, pero la autopsia realizada al cuerpo en la Morgue Judicial de Lomas de Zamora reveló que tenía una bala de plomo.



ACUSACIÓN
Los allanamientos ordenados por la UFI N°9 de la jurisdicción ocurrieron en La Plata y Santa Teresita, donde detuvieron a un subprefecto y un prefecto mayor, acusados de participar del encubrimiento para borrar las pruebas. Una penitenciaria del lugar entregó a la división Asuntos Internos del SPB tres cartuchos vacíos de postas rojas de plomo, que un jefe de la cárcel -cuya cúpula fue decapitada tras la autopsia- le había dicho -según su propio testimonio- que “los haga desaparecer”.
Una alcaide mayor de 33 años, jefa del Grupo de Asistencia y Seguimiento, y sospechosa de ejecutar los disparos mortales, permaneció unas horas prófuga tras haberle denegado la Justicia su pedido de eximición de prisión. Finalmente se entregó.