Emotiva señalización de la Comisaría de Bernal a 20 años del crimen de Víctor Balza
“Son dos décadas de caminar y golpear puertas pidiendo justicia por mi hijo. Yo pienso que con esta señalización voy a tener un poco de alivio, mi hijo va a descansar en paz”, dijo Nora, la mamá del adolescente asesinado por la policía.
Este miércoles se realizó la señalización de la Comisaría Segunda de Bernal, a 20 años del asesinato de Víctor Elías Balsa.
El acto contó con la presencia del secretario de Derechos Humanos de la Nación, Horacio Pietragalla; el subsecretario de Derechos Humanos de la Provincia, Matías Moreno; el secretario de Derechos Humanos del Municipio, Hugo Colaone, Emiliano Quinteros y Walter Ormazábal, directores contra la Violencia Institucional de Nación y Quilmes, respectivamente, junto a otros funcionarios nacionales, provinciales y locales.
Fueron protagonistas del emotivo homenaje Nora Torres, la mamá de Víctor, junto a familiares, amigos y referentes barriales que fueron incansables luchadores para que haya justicia.
En diálogo con
PERSPECTIVA SUR, Nora Torres señaló conmovida que “fueron dos décadas de lucha en pedido de Justicia por mi hijo, y la señalización es una emoción muy grande, al igual que hayamos llegado a ver detenido al asesino de mi hijo, a tener una placa en la Comisaría, para que no se olviden de lo que hicieron con mi hijo”.
“Al poner una señalización no sólo podrán enterarse de lo que pasó a toda persona que entre en la comisaría, sino también para los policías, los que ingresan nuevos y no tienen idea, para que no vuelvan a cometer más esos asesinatos. Porque nada justifica un crimen así, por más que una persona viva en una villa, como mi hijo, por más que sean mocosos con viseras”, abogó.
“Yo pensaba que con los años el dolor iba a ser cada vez menos, pero no. Todo me parece reciente, porque el dolor es muy grande. La ausencia de mi hijo la siento cada vez más, igual que sus hermanos. Son dos décadas de caminar y golpear puertas pidiendo justicia por mi hijo. Yo pienso que con esta señalización voy a tener un poco de alivio, mi hijo va a descansar en paz, porque su madre hizo todo, todo lo que pudo para llegar hasta acá”.
“Estoy muy agradecida con la gente de la Parroquia Don Bosco, con el señor Alberto Linares y su esposa Mecha, el señor Javier Añatibia, que fueron los primeros que estuvieron cuando asesinaron a mi hijo. También a la gente de Derechos Humanos de Nación y de Provincia y a la prensa, que siempre me acompañaron”.
“Remover todo el pasado es horrible, pero acá estamos, de pie. Nadie me pudo hacer callar, porque si a mi hijo le quitaron la voz, yo fui la voz de Víctor; fui sus pies para poder caminar y pedir justicia por él”, finalizó.
LOS HECHOSEl viernes 7 de noviembre de 2003, Víctor Elías Balza, de 18 años, había ido con sus amigos a bailar por primera vez. Durante la madrugada del 8 de noviembre, dos móviles policiales del Sub comando de Don Bosco se enfrentaron a un grupo de personas por un supuesto robo en Villa Itatí. Víctor, al ver la situación, se asustó e intentó huir y fue detenido junto a otro joven.
Durante la detención, Víctor recibió un disparo por la espalda, a 40 centímetros de distancia, realizado por el policía Javier Darío González con su arma reglamentaria.
Víctor fue trasladado a la salita de Don Bosco y también fue revisado por el cuerpo médico de la policía, pero nadie detectó que tenía un impacto de bala de plomo por lo que lo medicaron y lo volvieron a alojar en la Comisaría Segunda de Bernal, incomunicado. Al día siguiente, murió camino al hospital de Wilde.
Víctor falleció por el disparo recibido y por no haber sido atendido durante un día y medio con una herida mortal. A la familia le dijeron que había muerto por golpes tras haberse caído de un techo.
Luego de dos juicios anulados, el 29 de junio de 2015 el TOC N°5 condenó a Javier Darío González a la pena de doce años de prisión por homicidio agravado por el uso de arma de fuego. Finalmente, recién en el año 2021 comenzó a cumplirse la condena.
"Argentina Unida contra la Violencia Institucional", cierra el texto plasmado la señalización que queda para la Memoria en la sede policial.