De esta manera no quedó plaza ni parque sin ser cubierto por apasionados “picaditos” futboleros, y por ramilletes de adolescentes tomando mate y compartiendo delicias, chicos con sus bicicletas y patines, padres disfrutando con sus niños.



En los parques lineales de Don Bosco y San Francisco Solano, el Parque de la Ciudad, el Museo del Transporte, y cada plaza de la ciudad, fue epicentro de convocatoria para los grandes y chicos.

La ocasión convocó a los clásicos vendedores ambulantes de globos, golosinas, gaseosas y garrapiñadas, que se hicieron el agosto entre tantos niños jugando.



Un día ideal para el disfrute entre amigos y familias, que acompañó el clima y la necesidad de compartir en paz y armonía.