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Ricardo Luis Mascheroni - Docente
05/08/2019
LA GRIETA Y LA MANIPULACIÓN MEDIÁTICA
(Por Ricardo L. Mascheroni, docente) En los últimos años, los sectores de poder asociados a la corporación mediática, vienen agitando como un estigma, con prisa y sin pausa, la existencia de una novísima grieta, insalvable para la marcha de la sociedad argentina, responsabilizando de ella al gobierno populista y a la perversidad de sus integrantes.

Antaño asustaban a los chicos, con se viene el Cuco, ahora con se viene la grieta.

A los efectos de profundizarla y hacerla infranqueable, pero sobre todo poder manipular las mentes de aquellos que tienen información parcial de los hechos, se sirven de todos los medios que puedan provocar odios, molestias o resquemores en esos sectores.

Según los momentos, han recurrido a Irán, Venezuela, mapuches de la Resistencia Ancestral Mapuche (RAM) entrenados por servicios de inteligencia y organizaciones extremistas extranjeras, Hezbollah en la Triple Frontera, las antipáticas cadenas nacionales, el robo de un presupuesto, la corrupción, las fake news, la muerte de Nisman y fraudulentas causas judiciales armadas por servicios y arrepentidos varios, nunca comprobadas, ni siquiera por jueces serviles al gobierno, poniendo en riesgo el estado de derecho y violando la legalidad.

La lista es interminable y cualquiera puede agregar casos que fueron portadas de los grandes medios, que abandonaron irresponsablemente su deber de informar y se han transformado en operadores al servicio del poder.

Lo que sí es verdad, que en nuestro país siempre ha existido una grieta histórica, que deviene de las miradas y los paradigmas que se tengan como modelo de país y en la forma de llevarlo adelante.

Partiendo de 1810, año de la búsqueda de autonomía como nación, comienza la lucha por imponer algunas de las visiones en pugna y se perfila la primigenia grieta.

Durante 1810-1816, aquella se expresa entre independentistas y realistas. Lograda la independencia, la grieta renace con fuerza entre 1819 y 1826, cuando se sancionan las constituciones unitarias y los sectores en conflicto se alinean en provincianos o federales, contra unitarios o porteños y el país entra en una guerra fratricida, en que ambos bandos se dedican a matarse con fervor durante décadas.

Ni la constitución de 1853 pudo cerrarla, y las disputas se mantuvieron por las rentas aduaneras que enriquecían a Buenos Aires y empobrecían al resto del país, hasta la capitalización de Buenos Aires.

A partir de 1880 y con Julio A. Roca comienza la República Conservadora o Régimen Oligárquico, en que las reyertas políticas estaban a la orden del día por el clientelismo y el fraude electoral, el que se mantiene hasta 1916, con el triunfo de la Unión Cívica Radical.

Yrigoyen primer presidente por el voto libre y universal, proclama que su gobierno es el de la reparación nacional, sustentado en las premisas de la UCR.

Y nueva grieta, sus enemigos, los conservadores, las clases distinguidas, las empresas extranjeras quieren arrojar para siempre del gobierno, al partido populista.
La prensa y los oligarcas califican al gobierno de una orgía de malversación y prevaricato y acusan a sus ministros de hacer sucios negocios, sin pruebas serias. “Es la oposición más violenta que la historia argentina ha conocido”, escribiría Manuel Gálvez.

En 1930, derrocamiento de Yrigoyen y comienzo de la década infame y el fraude patriótico, sin dejar de mencionar los golpes de estados hasta 1976.

1946, renace la grieta expresada en Braden o Perón, que deviene en peronismo y antiperonismo y se prolongará hasta el derrocamiento del presidente en 1955 y aún más allá por la persecución de sus partidarios. Se llega a prohibir la sola mención de dicho nombre y sus símbolos.

Más cerca, la grieta sufre nuevas denominaciones: pueblo – antipueblo, liberación o dependencia, democracia o dictadura, kirchnerismo o anti, pero independientemente del nombre, la puja de intereses se mantiene inalterable, representando por un lado a las grandes mayorías nacionales y por el otro a los grupos empresarios locales y foráneos.

La grieta es y ha sido parte de nuestra historia y en estos tiempos electorales se podría denominar Patria o Corporaciones, pero demuestra que la ideología está viva y sigue pesando al momento de la construcción de un modelo de país que contenga a todos sin exclusiones.

Quienes estigmatizan los movimientos nacionales y populares en su camino por mejores condiciones de vida, seguirán agitando fantasmas y grietas para mantener sus privilegios espurios, pero no tengo dudas que la unidad democrática de la mayoría del pueblo argentino sabrá en su momento dar una respuesta contundente a los que quieren apartar a la Nación de su destino de independencia y soberanía.