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Marìa A Querol Visconti
29/10/2018
Murió “El Sentido Común”

Estamos de duelo en Argentina, partió quien representaba el sentir más loable y el que nos condujo por el sendero del bien, EL SENTIDO COMÚN. Nadie puede aseverar en que momento entró en agonía.

EL SENTIDO COMÚN marcó las reglas de convivencia bajo simples y eficaces consignas (no hagas lo que no te gustaría que te hagan), donde cada acto de nuestra vida tenía implicancias, muchas veces significativas, donde debíamos planificar las cosas con respeto y consideración hacia a los demás, pues nuestro comportamiento incidía en las sucesivas generaciones. Su salud comenzó a deteriorarse cuando se derrumbó la familia.

EL SENTIDO COMÚN perdió terreno cuando muchos padres comenzaron a vivir sus vidas sin importarle la de sus hijos, cuando se alejaron de sus responsabilidades formando generaciones sin códigos, donde la educación sufrió alteraciones irreversibles. La iglesia se transformó en mera burocracia y poca contención, donde la mayoría de sus voceros se acomodan a las reglas de juego para conservar a sus fieles a cambio de grandes dádivas.

Su declinación se produjo cuando la televisión empezó a incidir en el comportamiento colectivo, mostrando escenas inimputables a todo nivel, mientras la mayoría de los políticos se aprovechan de ellas para manipular la mente de niños y jóvenes en pleno desarrollo.

Declinó aún más cuando las drogas empezaron a persuadir y conquistar la mente de los más débiles, haciendo que ciento de miles de humanos coqueteen con ellas aniquilando vuestra razón.

EL SENTIDO COMÚN perdió su deseo de vivir cuando la inseguridad ganó las calles avanzando en forma desmedida, donde los mandantes no encuentran herramientas para detenerla y muchas veces se muestran indiferentes como si nunca podrían ser llegados por este flagelo.

Para EL SENTIDO COMÚN fue muy triste ver morir cada día a cientos de miles de argentinos y que todo siga igual.

Finalmente, EL SENTIDO COMÚN se rindió y perdió definitivamente su voluntad de vivir cuando la corrupción ganó las calles, cuando la mayoría de las casas yacen de tristeza y desolación por falta de oportunidades, por falta de amor, por falta de padres. En una Argentina que cuenta con más muertos por inseguridad, por desolación al cierre de sus fuentes de trabajo, por abandono, que por designio de Dios.

Lamentablemente no hubo mucha gente en su funeral, porque muy pocos se enteraron de su muerte.

María A. Querol Visconti