Se trata de una “intervención artística” denominada “Chica con flor o el regreso de Rosita” realizada como “un modo de tratamiento del padecimiento mental”, según explicó el jefe del área de Salud Mental, Maximiliano Giménez. “El taller de arte tiene la finalidad de ofrecer la posibilidad de expresión a personas que concurren al servicio y que tienen algún grado de patología o padecimiento mental. Habitualmente toman este curso pacientes adultos con diferentes presentaciones clínicas, en general cuadros agudos”. 

“La idea es brindar oportunidades para que tengan herramientas para hacer frente a las cosas que les toca vivir. El arte es ante todo un modo de expresión, pero además nos permite ponernos en contacto con otros y poner a circular aquello que producimos en lo cultural y en lo social. Muchas veces los pacientes tienden a aislarse sobre si mismos y con respecto a la comunidad, pero en esta ocasión el arte ofrece la posibilidad de vincularse con los otros a través de la producción de algo bello”, entendió. 

Leila Kunz, co-coordinadora del taller de Arte en el Hospital, remarcó que la escultura fue un trabajo en conjunto: “Es una irrupción con mucho brillo y color para que llame la atención. Nos parece que el espacio de la memoria en relación con el arte es muy importante para construir colectivamente la salud mental, que es algo que nos ocupa a todos, no sólo a los que la padecen”. 

HISTORIA
La madre de Rosita, Silvia Isabela Valenzi, fue secuestrada el 22 de diciembre de 1976 y detenida clandestinamente en el Pozo de Quilmes. En ese momento estaba embarazada de 4 meses. El 2 de abril fue llevada hacia el Hospital Iriarte, ubicado a pocos metros de donde estaba cautiva, para que diera a luz. 

Sin embargo, al momento del alumbramiento la bebé fue sustraída y Silvia retornó al Pozo, y nunca más se supo nada de ellas. Días después del nacimiento, los agentes de la dictadura militar en Quilmes desaparecieron a la partera y a la enfermera que informaron a la familia de Silvia sobre la existencia de Rosita. 

EMPLAZAMIENTO
“Actualmente no se conoce el paradero de ellas, pero nos tomamos la licencia poética de hablar de su ‘retorno’. La idea es emplazar esta escultura en el ex Pozo de Quilmes, que es actualmente un sitio de la memoria, como un gesto de ternura frente al horror. Ante tanta oscuridad debemos ser capaces de devolver otro gesto, que es el de Rosita ofreciendo una flor y con un libro bajo el brazo, que representa nuestra memoria, porque sin ella no hay salud mental”, analizó Giménez. 

La obra permanecerá hasta la semana que viene en el Museo Roverano y luego al área de Maternidad del Hospital Iriarte. Prevén emplazarla en el Sitio para la Memoria cuando se cumpla un nuevo aniversario del nacimiento de Rosita, el próximo 2 de abril.