Hay en Quilmes figuras míticas de la cultura que atraviesan la fotografía, el cine, la literatura, la escultura, la pintura, el canto, el teatro, la historia, las ciencias. Seguramente los premios, las muestras, las presentaciones de libros, los recitales, ponen en el espacio público a personas que sueñan, maceran esos sueños, bocetan, debaten, crean y luego exponen para pasar a ser considerados artistas, creadores, científicos.
Una lista incompleta (siempre) permite pensar en Aníbal Gordillo (poeta, cuentista, cineasta, pintor, docente, pero públicamente químico, también); Ladislao Bodnar (artista plástico y químico, aunque sus memorables clases fueran de Física); Chalo Agnelli (historiador incansable de las instituciones y personas); Pedro Patzer (hombre del folklore, periodista, escritor); Lorenzo Oddone (fotógrafo multipremiado de la década del ‘80); Chani Suárez y Julio Lacarra, también figuras fundamentales del canto popular.
En el ámbito de la Educación podemos pensar en Faustino Beltrán (doctor en Química, maestro, creador de la Didáctica de la Química criolla, fundador del ISFD 24); Francisco Salustio (docente, fundador de escuelas y proyectos educativos); José María Medina (mítico director del Chaparral, entre los años 60 y 1974); Lorenzo Camera (arquitecto, director del Chaparral hasta su intervención en 1976, docente de Matemática).
Más recientemente Carlos Cebeiro (profesor de Química, creador del proyecto que puso al Chaparral en la escena pública en los 90, este año se cumplen 25 años de la 1ra. participación de esa Escuela en una Feria Mundial de Ciencias).
Cada uno tomo la palabra en público, presentaciones de libros, efemérides, actos escolares, exposiciones, clases y desde allí debatió, argumentó, defendió, criticó. Pero hubo una
figura silenciosa, que
desde una invisible trinchera de una biblioteca, construyó
puentes indestructibles con todas las Artes y Ciencias:
Carlos Alberto Córdoba. Quilmes le debe un homenaje. No matemos con silencio su obra, su construcción institucional donde estuvo, en cada lugar que estuvo.
Lo perdimos hace muy poco y el dolor es profundo. No salimos todavía del primer duelo.
El año pasado en la Feria del Libro en el Chaparral, circulaba con un fuerte dolor en su espalda. Ni eso lo detuvo. Después su cuerpo dijo basta. Pero sus mails enviando artículos destacados, muestras, presentaciones, links, reseñas de libros, etc., lo mantienen vivo.
Carlos no es cenizas, es fuego que arde cerca de un grupo de jóvenes que leen apasionadamente un libro que él les ayudo a descubrir.
Víctor Andreoli
andreoli.victor@gmail.com